El texto siguiente es extraído del Libro XII, Capítulo XIV de El Espíritu de las Leyes de Montesquieu. Es un clásico de la ciencia política que sentó las bases de la división de poderes. Sin embargo, ya está presente (en la Francia del siglo XVII) ideas que van a permanecer largo tiempo sobre la homosexualidad.
Texto (en cursiva) y comentarios (en azul):
Del crimen contra natura
No permita Dios que yo intente disminuir el horror que se siente contra semejante crimen, castigado por la religión, por la moral y por la política. Habría que proscribirlo, aunque no hiciera más que darle a un sexo las debilidades del otro y preparar una vejez infame por una juventud ignominiosa (ya aparece en este texto dos de los tópicos con los que se va a perseguir socialmente a la homosexualidad: por un lado, la idea de que los gays lo hacen de puro perversos que son y que la homosexualidad lleva a la soledad) . Lo que voy a decir le dejará todas sus manchas, no atenuará su afrenta, pues sólo va contra la tiranía que puede abusar hasta del horror que inspira.
Como por su índole es este crimen oculto, ha sucedido con frecuencia que lo hayan castigado los legisladores por la simple deposición de un niño: esto es abrir una ancha puerta a la calumnia. Justino, nos dice Procopio (1), dictó una ley contra este crimen; hizo buscar no sólo a los que fueran culpables desde la promulgación de la ley, sino desde antes de ella, dándole efecto retroactivo. La declaración de un testigo, a veces de un esclavo, era lo bastante, sobre todo contra los ricos, y contra los que pertenecían a la facción de los verdes (2).
Es singular que entre nosotros, aquí donde la magia, la herejía, y el crimen contra natura son tres cosas de las que podría probarse: de la primera que no existe, de la segunda que se presta a un gran número de distinciones, interpretaciones y limitaciones; de la tercera, el crimen contra natura, que es a menudo obscuro; es singular, repito, que los tres hayan sido castigados con la pena del fuego (quemen a los putos, es el mensaje).
Diré que el crimen contra natura nunca se propagará excesivamente en una sociedad, si el pueblo no es arrastrado a él por alguna causa, como sucedía entre los Griegos, que hacían todos sus ejercicios enteramente desnudos (argumento muy gracioso, los griegos eran gays porque se entrenaban desnudos; aunque claro, seguramente alguien va a argumentar que el pobre Montesquieu tenía un fondo de verdad, que el deporte lleva al sexo y sino pregúntenle a varias personas que van a hacer ejercicio (en el más amplio sentido de la palabra) a los gimnacios); como entre nosotros, donde la educación doméstica se halla en desuso; como entre los Asiáticos, donde hay personajes que tienen muchas mujeres, y las desprecian, en tanto que otros no poseen ninguna (tradicional argumento que con el tiempo sería retomado por la sutil clase media argentina que piensa que la falta de mujeres lleva a la homosexualidad. Pero sobre todo es interesante porque ahora se usa contra las tortas de las que se dice que si lo son es porque no tuvieron una buena cogida masculina, enfin..). Que no se prepare con excitaciones este crimen, que se le proscriba por medio de una policía rigurosa, como todos los ataques a la moral, y se verá que la naturaleza tarda poco en defender sus derechos o en recuperarlos (argumento gracioso ya que puede ser usado en dos sentidos diferentes: por un lado, se puede decir que si se reprime todos se vuelven heterosexuales, pero al mismo tiempo se puede decir que si se reprime la naturaleza gay sale a la luz). La dulce, amable y encantadora naturaleza ha esparcido sus placeres con liberalidad; Y al colmarnos de delicias, nos da hijos en los que renacemos y satisfacciones más intensas que esas mismas delicias.
Notas
(1) Historia secreta.
(2) Véanse las Consideraciones sobre la grandeza y decadencia de los Romanos, cap. XX.
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