Hace un tiempo leí sobre el caso Germiny, un caso judicial que ocurrió en Francia en 1876 y que muestra bien como era la situación de los políticos homosexuales hace unas décadas.
El 6 de diciembre de 1876 el diputado católico Eugene de Germiny de 35 años deja a su esposa en su casa a las 22: 30 y parte a hacer su habitual paseo nocturno. Caminaba por los Campos Eliseos, en donde existían una serie de baños públicos. Esa noche, la división moralidad de la policía estaba esperando en uno de los baños, el más cerano a un famoso bar de la época. Según los relatos de la policía, a las 22:40, el Conde de Germiny entra a uno de los baños, mira discretamente a su alrededor y sale y vuelve a entrar nuevamente. A las 23, entra un jovencito, afeminado, de 18 años, que después se sabrá que se llama Pierre Chouart, hacen un par de movimientos que la policía conoce bien, y se juntan en la oscuridad. Unos minutos después, la policía los arresta. Germiny trata de resistir al arresto y es encarcelado.
La esposa, al mismo tiempo, se despierta a la noche, y al no ver a su marido se preocupa y va a la casa de su madre. Las dos mujeres, finalmente, deciden, a la mañana siguiente, dirigirse a la comisaría en donde el policía que las atiende no se atreve a decirles nada.
Al mismo tiempo, la noticia se propaga en todos los diarios y antes del mediodía todo París está enterado y unas horas despúes toda Francia.
Esta noticia se da en un contexto político muy particular en Francia. Desde 1870 el país vivía bajo un sistema republicano. Pero el sistema todavía no estaba consolidado. Por un lado, estaban los aristócratas que querían que se volviera a una monarquía. Al mismo tiempo, la Asamblea Nacional, estaba dividida en dos grandes fracciones: los católicos y los anticlericales. Estos grupos se debatían entre la separación de la iglesia y el Estado o un Estado católico.
La familia del diputado, escandalizada, intenta ofrecer dinero a los medios de comunicación para que acallen la noticia. Actúan como era costumbre que actuaran las familias en las que había un hijo homosexual. Estos era, generalmente, víctimas de los chantajistas que extorcionaban a las familias, amenazándolos de denunciarlos, lo que podía acarrear que perdieran el empleo y la consideración social de toda la familia. Pero el caso era demasiado grande para poder acallarlo tan fácilmente.
La familia intenta entonces la otra solución que se usaba en la época, la de decir que la persona estaba loca y así salvar el honor de la familia. En este caso, era muy difícil porque el Conde de Germiny era un miembro importante del partido católico y de haberlo declarado loco, se manchaba el honor de todo el partido y sobre todo de sus compañeros de bancada, que iban a tener que explicar por qué no se habían dado cuenta.
El 23 de diciembre se incia el juicio contra Germiny. Los arrestos de la división moralidad de la policía eran llevados ante el juez correccional. En su defensa, Germiny dijo que, habiendo recibido denuncias como diputado del maltrato de la policía de costumbres, había decidido ir a ver, por sus propios ojos, cuanto de cierto había en las denuncias. La prensa se hizo un festín, sobre todo porque en el juicio tuvieron que declarar, el interesado, el chico de 18 años y los policías que actuaron en el arresto. Finalmente, el tribunal decidió condenar a Germiny a dos meses de cárcel y a 200 francos de multa y a Chouard a 100 francos de multa y 15 días de arresto.
En las elecciones siguientes, Germiny no se presentó. Chouard, por su lado, aparece en la lista de homosexuales arrestados en varias ocasiones en los años siguientes. En cuanto a Germiny, en 1886 se va de Francia y se viene a vivir a la Argentina en donde muere a los 56 años, en 1898.
Este caso es interesante porque habla de una institución de la que ahora se habla poco pero que existió también en Argentina durante décadas. Era la policía de costumbres. Esta división de la policía se encargaba de vigilar la moralidad de la población. Para eso, vestía a policía de civil y los sacaba a la calle en donde se levantaban a los gays que pasaban por ahí. Cuando iban a un baño público y se desnudaban, los arrestaban en nombre de la moral pública. En nuestro país, era, además una forma de sacarle plata a los gays ya que muchos preferían pagar antes que ser arrestados y tener un expediente en la policía. De hecho, la policía se encargaba de hacer listas de homosexuales. Querían saber quienes eran gays y tenerlo asentado. Recordemos que esto se da en un contexto donde no había lugares en donde salir y conocer gente. La única manera de tener sexo era ir a las llamadas teteras, que eran baños públicos en donde se juntaban los gays.
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